quarta-feira, 4 de janeiro de 2012

Mi casa, su casa.



En el trayecto hacia el aeropuerto, no pudimos hablar, nosotras tan solo llorábamos. Ángela solía decir que yo era la hermana que no tuvo -  a los que no saben, tiene 3 hermanos varones: Carlete, Adol y Pablo. Y sí, fuimos como hermanas durante los 9 meses que vivimos juntas: yo, ella, Lourdes y la Mujer de Blanco, ¿te acuerdas, Luli?, en su preciosa casa en los Montes de Málaga. Yo había ido a España a estudiar español y cuidaba a Lourdes, su hija, entonces con 2 y luego 3 añitos, una niña muy presumida a quien le encantaba ponerse tacones y un vestido de gitana con muchos volantes,¡supermona!

Los que me conocen bien, seguro que ya oyeron hablar de Ángela, no por la foto que tengo suya con Luli en mi casa, (arriba) pero por haber sido la protagonista de mi maravillosa experiencia en España.
Ángela me prestaba sus ropas, su coche y su plancha para el pelo. Le regalé un compact de Jarabe de Palo (ver video abajo) cuando me fui y ella compró regalos a todos de mi familia. Habían más regalos en mi maleta que ropas. Y cuando ya estaba en Brasil, me mandó por los correos, uno de los mejores ingenios españoles:¡una fregona!Desde el salón, mientras veía con Luli, Blancanieves, su peli favorita, me gustaba adivinar con qué medias iba a bajar las escaleras, un abanico de variedades que ella desfilaba cada noche que iba de marcha. Siempre que salía de juerga lo hacía ¡a lo grande!

Con ella aprendí a cocinar albóndigas, echar vino tinto en las salsas, hacer gazpacho y me convertí en una adicta a la nutela. Me encantaba cuando le antojaba desayunar churros con chocolate y bajaba temprano en su coche a por ellos. Era tan rica la mermelada de fresa que su padre, Carlos, hacía, y también los boquerones al escabeche. Y qué gustito era cuando su madre, Mariángeles, la estupenda abueli de Luli, nos llamaba para decir: “¡Bajad, guapas. He hecho paella!” ¡Qué bien lo pasábamos! Me acuerdo de Ángela contando los billetes para pagar al hombre del camión de agua y del verano cuando por fin llenamos la piscina.
Lourdes, en el comienzo, no podía pronunciar mi nombre, muy largo para una niña tan chica, así que me decía Colina. La gente pensaba, qué mono, pero yo insistía para que me llamara C-a-r-o-l-i-n-a, con todas las letras. Luego aprendió a llamarme Coralina y un par de días antes de que me fuera, me dijo: ¡Carolina! Me puse la piel de gallina y aquel día me hizo mucha ilusión que me volviera a decir ‘Colina’.

En mi fiesta de despedida en "nuestra" casa, hizo pinchitos y llenamos la pisci de globos. Me dejó que invitara a todos mis amigos ‘guiris’, que se juntaron a los suyos, en una gran fiesta andaluza con mucha caipirinha, ya que alguien consiguió “maracujá” y una botella de 51 en el Corte Inglés. Ángela sugerió que me tiraran a la piscina con los zapatos encima y al final, terminamos todos chorreando.
Fueron días muy felices, Ángela me hacía sentir muy a gusto allí y es por eso que de ella me llevo los mejores y más dulces recuerdos de Málaga.

Aunque mi sueño de ahorrar dinero para un viaje a España y imaginarme llegando a su casa, se murió ayer... ¿sabes qué?, estoy muy contenta por haberte conocido. Les doy las gracias sobre todo a Camilo y Hernán que me pusieron en sua vida, y viceversa.

Para Ángela, muita saudade y una canción:
http://www.youtube.com/watch?v=xxhET61yB1A&ob=av2e


foto: Yo en su casa en los montes con Atila, el perrito de Lourdes.